Mi historia; La Vista por Violencia Domestica, parte II

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Lo se, tardĂ© mas de lo prometido en publicar la continuaciĂłn! De los errores se aprende, no? CrĂ©anme que en la prĂłxima trabajare las historias largas un poco diferente. 

A lo que vine! Les contaba el suceso con mi hijo mayor. ComencĂ© contando un breve resumen de nuestra historia (puede leerlo aquĂ­; Mi historia; Mi hijo me va a matar) y luego decidĂ­ contarles como van las cosas comenzando con la vista en corte (lea aquĂ­; Mi historia; La vista por Violencia Domestica parte I). Hoy vengo a terminar de contarles lo que paso en la vista. 


Esto ocurriĂł hace una semana. Hoy puedo decir que me siento mas relajada, mas tranquila. Aun con mucho dolor. Aun lloro. Aun tengo mil preguntas en mi cabeza. Pero sigo estando clara que es lo mejor para todos.

Luego de que el juez aceptara que mi hijo se defendiera a si mismo nos ordenaron esperar un turno posterior para que se viera el juicio. Regresar a mi asiento, al lado de mi esposo, sabiendo que mi hijo no tenia la menor idea de lo que allĂ­ iba a suceder me destrozaba. SentĂ­a una terrible mezcla de sentimientos; pena, impotencia, frustraciĂłn, coraje y mucho mas! LlorĂ©, llorĂ© muchĂ­simo sentada en aquel frĂ­o banco de la corte. 

Pasaron las horas, pasaron los casos y nosotros allĂ­ en espera. Me preguntaba; ¿Que estará pasando por la cabeza de mi hijo? ¿Tendrá alguna idea de lo que es defenderse a si mismo? ¿Sabrá lo que debe hacer cuando le toque su turno? ¿Sabrá como debe dirigirse al juez? Entre las cientos de preguntas que revoloteaban en mi cabeza podĂ­a colarse algĂşn pensamiento en el que intentaba consolarme; Quizás alguien le oriento! AlgĂşn compañero de celda que le tuvo pena! AlgĂşn oficial penal de buen corazĂłn. Era totalmente desesperante y entonces, lloraba mas!

Al fin llego nuestro turno. DecidĂ­ entrelazar mi brazos en mis espalda para evitar hablar con ellos, una costumbre de raza! QuerĂ­a evitar que el juez me viera como un tipo de persona problemática, o al algo asĂ­, pues a ese punto no tenia la menor idea de la impresiĂłn que habĂ­a dejado en el. 

Sacan a mi hijo del cuarto de reos. A diferencia de Puerto Rico, aquĂ­ los sacan sin esposas. Eso, de cierta forma fue un tipo de alivio para mi. Aunque por otro lado, me doliĂł mucho ver sus pies. Los ponen en chancletas plásticas color naranja. Como les habĂ­a contado antes, mi hijo tiene la condiciĂłn de pie equino en el derecho. Caminar con chancletas es casi imposible para el. Arrastra el pie para no perderla.  Yo siempre le tenia las que son tipo Crox, que le agarraban el pie. Pero allĂ­ eso no importa. No hay concesiones. Llevaba un uniforme color gris en una tela bastante delgada. Lo que me hizo pensar que tambiĂ©n debĂ­a estar pasando frĂ­o y a el no le gusta. Y eso tambiĂ©n doliĂł. AsĂ­ somos las mamis.

Interrumpe mis pensamientos el fiscal y comienza a hacerme preguntas breves sobre ese dĂ­a. Si estaba en mi hogar en la fecha del 8 de junio, si mi hijo me golpeĂł, si llame la policĂ­a, etc... Fue un repaso de los sucesos de ese dĂ­a. Pero la pregunta que yo esperaba nunca surgiĂł; ¿Su hijo tiene algĂşn tipo de condiciĂłn mĂ©dica? AsĂ­, quedo claro que el caso era por violencia domestica, que mi hijo se defenderĂ­a solo y que yo no tendrĂ­a ninguna oportunidad de explicar. Contuve mis lagrimas. Me propuse ser fuerte, ser firme y dejar que pasara lo que tuviera que pasar. No debĂ­a olvidar que mi hijo tiene la fuerza para causarme un daño severo y que ese era el motivo por el que estábamos allĂ­.

Llega el turno de mi hijo y el juez le indica que ya puede hacerme preguntas. AllĂ­ esta el, a mi lado, tan cerca! Y yo con estas ganas inmensas de abrazarlo y decirle te amo gordo mio! Pero no podĂ­a. Mi hijo solo se dirige al juez en español y dice; "Yo solo quiero pedirle perdĂłn a mi mama y decirle que por favor, si se puede, quiero regresar a casa".

------Debo detenerme... para de escribir! Recordar me ha hecho explotar en llanto! -----
Respira Daisy, termina! (Tuve que detenerme unos minutos y distraer mi mente)


AsĂ­ mismo explotĂ© en llanto ese dĂ­a! No me pude contener. No pude mirarle porque sentĂ­a que correrĂ­a a sus brazos, lo besarĂ­a, lo apretarĂ­a y le gritarĂ­a, te amoooo, regresa a casa! El juez interrumpe y dice que solo debe hacerme preguntas. Mi hijo dice que es su manera de comenzar porque el me ama y que no tiene preguntas para mi y el juez da por terminada esa parte con la aceptaciĂłn del fiscal. Entonces procede a su versiĂłn de los hechos. Mi hijo cuenta partes bien, partes incompletas y partes falsas. Dice que recuerda que me tomo por el pelo, pero no recuerda haberme golpeado. Dice que yo me caĂ­ sola, y que las marcas en mi cuerpo fueron porque me golpee con la puerta del laundry. Acepta que rompiĂł mi celular y que destruyo la puerta principal del apartamento. EL juez se dirige al fiscal, pero este dice que no tiene preguntas.
Entonces el juez da su veredicto; culpable por violencia domestica en tercer grado.

Aunque me estremezco, no me sorprende. Era de esperarse! Lo que me sorprende es que el juez se detiene antes de dictar sentencia, se dirige a mi persona y dice; "Señora, ahora quiero escuchar lo que usted tenia que decirme". Fue una brisa fresca para mis sentidos. Aunque ya era un poco tarde para la defensa de mi hijo, el juez me permitiĂł contar la historia. Historia que ustedes ya leyeron. No lo duden, me confundĂ­ en el orden. TambiĂ©n hablĂ© ingles, español, spanglish, madre, dolor y cuanto idioma puedan creer que existe en un momento como ese. Y si, llorĂ©! LlorĂ© con el sentimiento de dolor mas profundo en el corazĂłn de una madre!

La sala quedo en absoluto silencio. SentĂ­a como cada una de las almas en aquella habitaciĂłn se aferraban a la mĂ­a. No necesitaba voltear mi cabeza para saber que todos estaban bien atentos a cada una de mis palabras, a mi llanto, a mi dolor, al sentir de una madre! Al final el juez me pregunto que yo querĂ­a hacer y fue entonces cuanto la realidad me abofeteo. 

------DiscĂşlpenme, debe pausar nuevamente! Ahora recuerdo porque dividi la historia. Ire a caminar y secar mis lagrimas unos minutos!-----


Por mas que lo ame, por mas que lo sufra, por mas que hubiese querido que tuviera una buena defensa en aquella sala, la realidad es que no puedo llevarlo de regreso a casa! Entonces Daisy, lola, ¿que es lo que quieres para tu hijo enfermo? Para tu gordo porque el que tanto has luchado. Para aquel que te otorgo el titulo de madre por primera vez. La verdad es la que le dije al juez; "Es mi hijo, es mi bebĂ©. Lo amo y darĂ­a la vida por el, pero no puedo llevarlo a casa". (Respiro hondo y contengo mis lagrimas al escribir)

Yo solo querĂ­a que tuviera un juicio justo, pero al final, la realidad es que si lo sacaban libre, ¿a donde irĂ­a mi gordo? Esa es la cruel realidad de esta historia. Mi hijo no puede regresar a casa! Le dije al juez que habĂ­a tenido comunicaciĂłn con la psiquiatra de mi hijo y ella me va ayudar a encontrar un lugar para que mi hijo viva. No quiere un hospital psiquiátrico. Prefiere un grupo de apoyo donde tenga restricciones, pero con mas libertad de movimiento que un hospital.

El juez dictĂł sentencia; 180 dĂ­as (6 meses) de cárcel y 2 años de probatoria. Con la opciĂłn de revocar lo que reste de los 180 dĂ­as solo si yo lo solicito presentando evidencia de que sera trasladado inmediatamente a un lugar donde vivir y recibir tratamiento psiquiátrico. Y concluye diciendo; "Señora, lamento mucho lo que usted, su hijo y su familia han tenido que vivir. No se como este la cuestiĂłn de la salud mental en Puerto Rico, pero le comunico que en Alabama no esta mejor. El estado ya ni siquiera tiene hospitales psiquiátricos forense como Puerto Rico. Le deseo la mejor de las suertes".
Oh mi Dios, y yo que pensĂ© que aquĂ­ tendrĂ­a mas ayuda del gobierno! Esta es la triste realidad en la que estamos ahora!

La psiquiatra ya tiene conocimiento de todo esto. Estoy en proceso de obtener una manejadora de caso que me ayudara a obtener la tutorĂ­a legal de mi hijo, solicitar su SSI nuevamente y realizar otras gestiones. Ella dice que trabajaremos fuertemente en encontrar un lugar para mi hijo y si al final se vuelve difĂ­cil o costoso, nuestra ultima opciĂłn, mi ultima opciĂłn sera entregárselo al estado. 

Les digo una cosa! Si usted vive en la isla y recibe algĂşn tipo de ayuda o tratamiento con el gobierno aprovĂ©chelo! Ya ve que las cosas aquĂ­, al menos en Alabama, no están mejor!

Y ya saben, esta historia continuará!





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